Licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, cuenta con una amplia trayectoria en el campo de la asesoría y la divulgación científica. Como representante del comité científico del V Congreso de Gastronomía y Salud, esta misma tarde, Manuel Toharia será el encargado de realizar la ponencia inaugural que dará comienzo al encuentro.

¿Cuál es el cometido del comité científico?

La idea de un comité científico de verdad, es decir, formado por personas comprometidas realmente con el congreso y no solo para figurar en una lista honorífica, parte de la idea de los organizadores sobre la necesidad de acentuar el rigor científico de aquellos aspectos que tienen que ver con la salud, por una parte, y con la gastronomía, por otra.

Se trata de un grupo no muy numeroso de especialistas en medicina, biología, comunicación científica y gastronómica, química, alimentación, etc., que en estos años ha velado por la seriedad de las comunicaciones y ha propuesto los nombres más idóneos para los temas que se tratan en cada edición.

¿Por qué un congreso como Gastronomía y Salud?

La importancia de este congreso es que, sin renunciar al aspecto cultural que entraña la gastronomía como tal, se abordan también, en paralelo y de forma complementaria, muchos temas de enorme interés dietético, biológico y de salud. No es un congreso de alta cocina, aunque no renunciamos a ello; ni es un congreso científico al uso, aunque tampoco renunciamos a que las comunicaciones tengan el máximo nivel exigible en las reuniones de ese tipo.Uno de nuestros requisitos es que las comunicaciones, incluso las de más complejidad científica, sean comprensibles para cualquier tipo de público y no solo para expertos.

¿Cómo fueron los comienzos?

Teníamos alguna base con jornadas previas que, de forma poco regular, ya habían emprendido los mismos organizadores. Desde el primer congreso, hace cinco años, pudimos apoyarnos en esas experiencias pioneras, adaptando lo mejor de ellas y mejorando aquello que pudimos. El entendimiento entre nosotros fue, desde el principio, una clave esencial para conseguir los fines perseguidos, que se han logrado en un porcentaje muy alto en las pasadas ediciones.

En un mundo saturado de información, ¿cómo podemos saber qué información tomar?

En ciencia, la verdad absoluta no existe, pero sí aquello que se va probando, demostrando y verificando mediante evidencias rigurosas. Por tanto, si alguien quiere salir de dudas en algún tema, y no solo relacionado con la gastronomía y la salud sino en otros ámbitos de la vida, solo tiene a su disposición un referente fiable: la ciencia. De ahí la enorme importancia que le damos en el congreso, desde sus inicios, al papel de la ciencia en los diversos temas abordados. Las creencias, las tradiciones, las opiniones, por respetables que sean, no sirven de guía segura. Solo aquello que la ciencia va sabiendo o descartando, asumiendo que la ciencia no lo sabe todo.

¿Cómo ha influido la ciencia en el binomio gastronomía-salud?

El binomio gastronomía-salud es diferente al de alimentación-salud. Este último es inevitable, porque si no nos alimentamos nos morimos de hambre. Pero hay alimentos y alimentos, tanto en calidad como en cantidad. En la elección de esas calidades y de esas cantidades estriba el secreto de la alimentación saludable. Luego, la gastronomía es la que debe afrontar el reto de hacer que dicha alimentación no solo sea saludable, sino suculenta y deseable.

¿Qué nos depara el futuro en este campo?

Es difícil hablar de futuro, pero la tendencia reciente en los últimos años es la de insistir mucho en lo de alimentos saludables. Cada vez más se tiende a criticar la comida basura y a ensalzar la comida saludable. Quizá todavía falte por añadir el término gastronómico al de saludable, pero percibo que vamos por buen camino, y el éxito creciente de estos congresos en Zaragoza confirma esa impresión.

¿Es la ciencia la gran olvidada por las instituciones públicas?

Es algo que se dice mucho eso, y cuando el río suena… Sin embargo, en algunas especialidades, la ciencia en España está entre las mejores del mundo; en otras, lamentablemente no. En conjunto, y visto el tamaño del país y su economía –no podemos ni de lejos competir con China o Estados Unidos, obviamente– , hemos mejorado bastante en los últimos decenios, aunque todavía es poco para lo que muchos querríamos.

Se suele decir que la ciencia sufragada con fondos públicos es la gran olvidada por las políticas de nuestro país; con razón, dedicamos muy poco porcentaje del PIB a la ciencia comparado con el que dedican Francia o Italia, por ejemplo. Pero es que también estamos muy mal en inversión privada en ciencia, que en otros países en cambio supera en porcentaje incluso a la ciencia pública. O sea, que no toda la culpa es del Estado o las autonomías, también tienen su cuota parte de responsabilidad las empresas, que en promedio –hay honrosas excepciones– investigan muy poco o nada.