Con el fin de identificar los productos de calidad aragoneses, el Ejecutivo autonómico creó en 1991 la marca ‘Aragón Calidad Alimentaria’, que en 1998 cambió de nombre a Calidad Alimentaria, conocida como la ‘C de Calidad’. Ya en 2008, adquirió su denominación actual, C’alial, una distinción que identifica los productos aragoneses sobresalientes, que se distinguen por sus especiales cualidades, tanto gastronómicas como sanitarias y nutricionales, y que ha resultado clave en logros como fomentar la economía agraria, fijar población rural o impulsar la apuesta por la excelencia entre los empresarios.

«El sello ofrece a los productores canales de comercializacion diferentes en los que pueden fortalecer su producto, incrementar su valor añadido y mejorar su competitividad en el mercado global», explica María Fernanda Enseñat, técnica del área de Laboratorios de Análisis y Asistencia Tecnológica del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), organismo que se encarga del control externo de los productos acogidos a la distinción. «Al final, llevan una marca que a la hora de distribuir un artículo garantiza que este ha superado un control extra sobre los que ya se pasan de manera convencional, algo que se está demandando cada vez más en los canales de comercialización», apunta por su parte Nuria Valero, también técnica de la entidad.

Las expertas señalan que cualquier producto agroalimentario natural o transformado puede acceder al uso de este sello, aunque su implantación se ha centrado en los alimentos y recetas más tradicionales y característicos de Aragón. Unos artículos que junto a los alimentos con Denominación de Origen o Indicación Geográfica Protegida (IGP) de la región ofrecen la mejor y más completa muestra de la gastronomía aragonesa.

Un plus de exclusividad

Tanto Enseñat como Valero ofrecerán este jueves a partir de las 18.15 la primera de las charlas del Congreso de Gastronomía y Salud, en la que explicarán a los asistentes todo lo que implica este reconocimiento, en torno al cual desde el CITA se llevan a cabo auditorías de manera periódica, las cuales incluyen la toma de muestras y su posterior análisis y en las que se comprueba que los productos cumplen con los reglamentos correspondientes. «Además, también efectuamos compras como consumidores habituales en los puntos de venta para verificar que se siguen cumpliendo estos requisitos», apunta Enseñat.

«Hay que destacar que lograr el sello supone un coste, pero luego los productos adquieren un plus que es muy valorado en el mercado, que ha permitido a diversas firmas aumentar su volumen de producción, crecer, posicionar sus artículos de una manera que de otra forma sería muy difícil conseguir, diferenciarlos e incluso dar el salto a la consecución de una Denominación de Origen, como es el caso del Melocotón de Calanda, la Cebolla Fuentes de Ebro o los aceites del Bajo Aragón y de Sierra del Moncayo, que iniciaron su andadura con este reconocimiento», afirma Valero.

Quesos, huevos, panes, borraja, longaniza, lomo embuchado, castañas de mazapán, arroz, cebolla, turrón negro, pastel ruso o guirlache son solo algunos de los productos aragoneseses que cuentan con esta distinción, que da una respuesta a todos aquellos consumidores que demandan artículos naturales y saludables de calidad diferenciada.

Entre las condiciones que se exigen para estos alimentos, que también respetan los modos tradicionales de producción y defienden un impacto positivo para el medioambiente, se encuentran la escasa o nula utilización de aditivos, unas proporciones concretas de cada componente empleadas para la elaboración o que todos los envases de arroz sean monovarietales, lo que favorece una cocción uniforme. Todo ello con el fin de ofrecer unos productos del territorio que ayudan a promover la cultura aragonesa, combatir la despoblación y en los que la calidad está plenamente garantizada.

Citas para difundir la excelencia

Para impulsar la promoción de estos productos, desde el Ejecutivo autonómico se está desarrollando ‘C’alial On The Road’, una campaña que recorre seis poblaciones aragonesas ofreciendo degustaciones gratuitas de más de 400 tapas, ‘showcookings’ de la mano de prestigiosos cocineros aragoneses y sorteos de cestas de alimentos. Todo ello con los artículos ‘C’alial’ como protagonistas.

La primera parada tuvo lugar en Teruel en septiembre, coincidiendo con la Feria del Jamón. Después, se visitó Ejea de los Caballeros, donde el vicepresidente de la Asociación de Cocineros de Aragón, Eduardo Comín, ofreció un taller y elaboró la tapa ‘Cazuelita de fideos con longaniza C´alial’. En Alquézar, el maestro de ceremonias fue Juan Carlos Callejas, chef del Costa 8, mientras que en Biescas se encargó de ello el Martín Kerbel (del restaurante D´la tierra). Y, en Caspe, el cocinero estrella fue Pepe Lemos, profesor de la Escuela de Hostelería de San Lorenzo.

La última cita se celebrará este sábado en Calatayud, donde el chef Lorenzo Escartín (restaurante Escartín) ofrecerá un ‘showcooking’ basado en unas ‘Croquetas de chorizo Melsa C´alial’ y ‘Cebolla Dulce de Fuencampo C´alial’.